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Pasado, presente y futuro. Realidad de todos los días.

"No hay peor ciego..."

sábado, 14 de diciembre de 2019
Efectivamente, “... que el que no quiere ver”. Esta expresión alude directamente a la gente que se empeña en no querer conocer la verdad, o en no aceptar la realidad de una situación, ya sea porque no están interesados, les da miedo, contradice sus propios prejuicios o, simplemente, porque se encuentran más a gusto creyéndose sus propias mentiras.

En política, también se utiliza esta expresión, en su versión reducida: “ceguera política”. Y se interpreta como no ver, o no reconocer, hechos que son absolutamente contrastables.

¿Ejemplos? Muchos. En Ciudadanos, sin ir más lejos, sus líderes nacional y regional, endiosados de sí mismos, no quisieron ver las señales de alarma, en forma de críticas y abandonos de correligionarios hartos de comportamientos y empecinamientos, cuasi caciquiles, que en nada regeneraban lo que venían a regenerar. Así les fue y así les va.

En su misma ceguera, ni PP ni PSOE, tampoco quisieron ver, el Caballo de Troya relleno de nacionalistas y separatistas que, paso a paso y de manera estratégica, se iba adentrando en el Congreso donde reside la soberanía nacional. Y no sólo no quisieron verlo sino que, de forma alternativa, con fines únicamente partidistas y al objeto de mantenerse en el poder a cualquier precio, fueron alimentándolo hasta convertirlo, en la actualidad, en una especie de “chapapote” destructivo, que avanza vorazmente y que amenaza con minar, desde dentro, las propias estructuras del Estado.

¿Pudieron ponerse de acuerdo entonces? SI. ¿Pueden ponerse de acuerdo ahora? SI. ¿Por qué han permitido y siguen permitiendo, por tanto, el chantaje continuado de unos pocos? Pues porque, irresponsablemente, cada cual sólo sabe mirarse su ombligo. El narcisismo de uno, enamorado de sí mismo, capaz de talar el bosque para que sólo brille su árbol; y la estrategia de supervivencia del otro, “cuánto peor, mejor”, para evitar “sorpassos” o recaídas, les impide comportarse como verdaderos hombres de Estado.

El problema, quizás, no sean las voces altaneras de los que exigen, sino los silencios humillantes de los que otorgan. Que hoy, en su festividad, Santa Lucia les conserve el oído, porque la vista… FELICES FIESTAS.

 

Un día..., el primero de "todos".

jueves, 21 de noviembre de 2019
Un colegio, un parque, una pista deportiva..., tienen en común la vida que les aportan los niños. Son lugares donde todo es posible y donde los sueños de futuros ingenieros, pintores, futbolistas, médicos o bomberos, se forjarán entre un clima de alboroto, sonrisas, caras de inocencia y una enorme, limpia y sincera ilusión por descubrir el mundo.


La Infancia es la etapa de la vida que marca para siempre el devenir del ser humano y debe representar el momento de mayor felicidad de nuestra existencia. Los niños son el futuro, la principal fuente de alegría y esperanza de la sociedad, y se merecen el mejor bienestar que podamos proporcionarles. Es tarea de todos nosotros —padres y madres, personal docente y sanitario, gobernantes, políticos, líderes religiosos, mundo empresarial, sociedad civil y medios de comunicación— garantizar su salud y nutrición, su crecimiento y desarrollo, su seguridad y estabilidad, su formación y aprendizaje. Con una implicación real y efectiva, por encima de cualquier interés político, económico o religioso.

Resulta muy difícil de creer que, en pleno siglo XXI, cuando se han alcanzado logros inimaginables en el mundo de la ciencia y la tecnología, existan todavía millones de niños que mueran cada día por malnutrición o problemas básicos sanitarios; sean abandonados o soporten todo tipo de violencia y abuso por parte de adultos. Pequeños vulnerables a quienes la vida borró la sonrisa de la cara, cambiándola por llanto, por dolor o por miedo.

Ayer se celebró el “Día Universal del Niño” y el “XXX Aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño”, aprobada el 20 de noviembre de 1989. Es el más universal de los tratados internaciones y el más ratificado de la historia. En ella se recogen los derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos de todos los niños. Cosas tan elementales como los relativos a la vida, la salud y la educación, el derecho a jugar, a la vida familiar, a la protección frente a la violencia y la discriminación, y a que se escuchen sus opiniones.

Un día, que debería ser “todos los días”, porque NO podemos permitir que se apague su esperanza. 

 


Elecciones... ¡ Toma cuarta !

jueves, 3 de octubre de 2019
Quizás recuerden ustedes aquella simpática anécdota del trompetista que, después de haber ofrecido una insoportable murga a los asistentes al concierto, se digirió al respetable diciéndoles: “... y con esta última pieza, me despido de todos ustedes...”, levantándose en ese momento un paisano entre el público contestándole: “¿cómo que te vas, cómo que te despides? Tú te vas a quedar ahí hasta que aprendas..., inútil”.
 


Pues bien, eso mismo tendríamos que decirle nosotros, a los vividores del sudor ajeno que, con su reiterada ineptitud, nos han llevado a unas nuevas elecciones generales (las cuartas en cuatro años), si no fuera porque, a diferencia del negado trompetista, mantener ahí a esta comparsa multicolor de incompetentes nos cuesta un “oeuf” y la yema del otro.

Se les ha olvidado, o quizás no saben, que la política no debe servir nunca a intereses partidistas, sino al servicio objetivo del interés general; que son representantes de los votantes, a los cuales se deben; y que el poder que adquieren no deben nunca instrumentarlo en su propio beneficio.

Orgullosamente, se cierran en sí mismos, convirtiéndose en sectarios, incapaces de abrirse al resto. Se consideran poseedores de la verdad y la razón absoluta, rechazando cualquier otra opción positiva que no sea la suya. Y así, sin más argumentos que la estrategia de la crispación, sin otro razonamiento que el de salvaguardar sus propios intereses, han convertido el debate político en un constante intercambio de improperios, cuyo degenerado formato, además, está trascendiendo al conjunto de la sociedad.

Atrás quedaron ya los grandes consensos, la defensa conjunta de los valores e intereses de Estado, las grandes renuncias partidistas y la lucha en favor de la “unidad en la  diversidad” (In varietate concordia). Quizás, la llegada a la política de personas que no tienen otro “oficio” ni saben hacer otra cosa que “vivir de ella”, tenga mucho que ver. Mediocres que olvidan que toda “profesionalidad”, lleva consigo el siguiente pentaedro: pericia, aplicación, seriedad, honradez y eficacia. En fin, como dijo Manrique: “...cualquiera tiempo pasado...”.


Los nuevos MacGyver

jueves, 12 de septiembre de 2019

No. No voy a referirme al famoso Angus MacGyver, aquel singular héroe televisivo de los ochenta, a la sazón: soldado, electricista, mecánico, experto en explosivos, piloto, espía, químico..., un “todo en uno” que salía de cualquier apuro gracias a su navaja suiza, su chicle, cinta americana y un simple clip. No. Tampoco voy a referirme a los famosos “cuñaos”, imitadores del anterior y verdaderos “manitas patrios” de los que disfrutamos, o quizás sufrimos, en nuestras respectivas familias, y que lo mismo nos cuelgan un cuadro que, al final, nos tienen que enyesar, lucir y pintar la pared víctima de su apaño.



Me estoy refiriendo a otro tipo de MacGyver. Concretamente al descabezado, descolocado o defenestrado político “multicolor” que, apartado generalmente de su centro de poder por decisión de los ciudadanos, expresada libremente en elecciones, es rescatado por su aparato político y recolocado en otro centro de poder, a saber y según la importancia del susodicho: la Asamblea o, en su culmen, el Senado.

Da igual lo nefasto que haya sido, las elecciones que haya perdido, o si ya no goza de la simpatía ciudadana. Por el noble arte de “birlibirloque” adquiere, repentinamente, una supuesta inteligencia superior y amplios conocimientos técnicos que, al parecer, le hacen entender y ser “magister” de cualquier cosa o materia, siempre que sea bien remunerada a costa del erario y del sufrimiento público, claro está.
 
Si bien Agnus significaba una mezcla equilibrada de talento y esfuerzo, serenidad e inquietud y aprecio por lo más pequeño para lograr cosas grandes; y alguien que nos enseñó que no es malo ser un ciudadano más, aunque sepas que podrías dominar el mundo con un simple clip. Los nuevos MacGyver, por el contrario, nos enseñan que lo importante no es saber sino estar a cualquier precio, incluido el de la desvergüenza de ser un claro y mal ejemplo para todos. Si, ya sé que les da igual. Por eso ellos viven en el “país de los sueños” y nosotros en el cuento de “nunca acabar”.
 

Subasteros Políticos

martes, 25 de junio de 2019
Creen en Ciudadanos, por lo leído hasta ahora, que hicieron muy bien absteniéndose en la votación de investidura del actual Alcalde de la ciudad de Cáceres. Igual piensan que, con esta actitud, los cacereños olvidarán el esperpéntico y bochornoso espectáculo de mercadeo político que, sin lugar a dudas y dicho por todos, nos han ofrecido. Quizás sea esa la nueva política y no nos habíamos enterado. O, quizás, sus representantes no nos la habían explicado, lo cual es mucho peor. Abrir la negociación con unos o con otros, que lo mismo les da, enseñando el caramelito de medidas programáticas asumibles para, posteriormente, convertirlas, cuasi exclusivamente, en exigencias de cuotas de poder, me parece, cuanto menos, una falta de respeto al reparto proporcional que, los cacereños con su voto, han decidido otorgar a cada uno.


Es cierto que las veinticinco medidas programáticas que negociaban, podrían ser perfectamente asumibles por cualquiera de los dos partidos. Es lo que tiene, tal vez, su falta de definición política. Pero una cosa es ser la llave de la puerta y otra bien distinta ser la puerta. Y cinco concejales (tan solo uno más que en la anterior legislatura), sobre un total de veinticinco, no creo que de derecho a muchas imposiciones, ni mucho menos, si estas son de poder: concejalías, liberaciones o, incluso, la propia Alcaldía.

Al margen de algunos afiliados, entiendo que alguna explicación merecen sus electores. Los cuáles, siguen sin entender, por qué el partido de Cáceres se jugaba en Madrid, o por qué el interés particular de los sillones de algunos, ha primado sobre el interés general de un programa que habían votado. Al final, y como siempre pasa en política, los que dicen que vienen a regenerar, necesitan también de una buena regeneración.

¡Uff! No quiero pensar que hubiera pasado en la Asamblea de Extremadura, con el hambre que dan las “vitaminas”. En fin, ellos solitos. O como diría Sabina: “Ellos que juraban comerse la vida, fue la vida y se los merendó”.

Feliz verano.
 


“Suum Cuique” (A cada uno lo suyo)

sábado, 1 de junio de 2019
Por fin se extinguió el fuego electoral, aunque ahora quedan los rescoldos. Y a la vista del poderío que alguno se atribuye, mucho me temo que se mantendrán encendidos bastantes días más.


No hay que ser un experto analista para decir que, de forma generalizada, el PSOE ha ganado las elecciones. Aunque, imagino que les llamará la atención, la inesperada subida en la Asamblea –al parecer el Sr. Vara no se desgasta– y, sobre todo, el poco rédito alcanzado en el Ayuntamiento de Cáceres, después del –aquí sí– lógico desgaste del equipo de gobierno y sus más que bochornosos líos internos, y que auguraban a los socialistas un avance mayor. Pero igual el árbol, les impide ver el bosque.

Por otro lado, demasiado ha hecho o le han dejado hacer, el candidato popular a la Alcaldía. Y demasiado meritorio ha sido su resultado pues, lo que mal empieza, siempre es susceptible de empeorar. En cuanto a la Asamblea, no ha parecido muy ilusionante comprar el mismo álbum, con los mismos cromos de siempre. Pero imagino que, como suele suceder, los responsables (en plural) estarán exentos de responsabilidad y, por tanto, lo del empadronamiento en Portugal, un canto al viento. Podemos, salva los muebles en Cáceres, por la unión de sus confluencias y Vox parece desinflarse antes de hincharse.

Y, por último, Ciudadanos y su vitaminado líder, cuyos resultados parecen más un simple efecto placebo sin más recorrido, por el momento, que los de asalariarse en la Asamblea. A veces, la soberbia, no es buena consejera. Es cierto que son clave en el Ayuntamiento, pero cinco concejales (solo ha subido uno, aunque festejado como veinte) no son mayoría absoluta. Y, por tanto, en sus negociaciones con unos o con otros, deberán exigir con la humildad que dictan sus resultados, es decir, con la representación que les han otorgado los cacereños. Y eso, en sus aspiraciones, parece que se olvida.


En fin, viendo como todos festejan sus resultados, me vienen a la mente las palabras del tío Pascual cuando dijo: “¡Coño, creía que habíamos ganado los de derecha y al final resulta que hemos ganado los de izquierda!”.

Buena feria.

La Virgen del pueblo cacereño

viernes, 3 de mayo de 2019
Según reza la antigua oración: “Nuestros padres y mayores pusieron siempre en Ella sus esperanzas y jamás se oyó decir que fueran abandonados. A Ella acudieron en sus necesidades y siempre hallaron el remedio...”. Por lo menos, así lo hicieron en 1641, en su primera Bajada para paliar una sequía; en 1651, por la peste; en 1653, otra vez por la sequía; en 1665, nuevamente por la peste; y así hasta en 17 ocasiones en el siglo XVII y en 24 en el siglo XVIII. Y en todas ellas se cuenta, porque así está documentado, que bajando la Virgen de la Montaña por sequía o enfermedad, se paliaba la necesidad, lloviendo o desapareciendo la peste o el contagio. Y por esa confianza depositada, allá por el año de 1688, quisimos ya proclamarla, por primera vez, Patrona de la Ciudad.


Siempre habrá alguien que, ejerciendo de Santo Tomás, piense que eso pasó hace ya muchos años. Es cierto. Pero es tanto el amor que siente por nosotros la Virgen de la Montaña y tanto el que nos demuestra que, hasta para ellos, también tiene respuesta. Y así, recordarán ustedes lo sucedido en la década de los 80, en la que se bajó a la Santísima Virgen en rogativa por la sequía: el último día del triduo, coincidiendo con la subida, empezó a llover ininterrumpidamente durante dos días; o lo sucedido en 1993, otro año de necesidad, en el que después de solicitar la mediación de nuestra Patrona, estuvo lloviendo prácticamente durante todo el Novenario, batiendo records de recogida por metro cuadrado; o en el cercano año de 2012, el año de Su estancia en Santo Domingo, cuando hubo que cambiar los expedientes de solicitudes de ayuda por sequía, por expedientes de ayuda por lluvias caídas.


Esta es la Virgen de la Montaña, la Virgen del pueblo cacereño, la Virgen de la confianza: la que Ella nos da y, también, la que Ella nos pide.

Hoy, en el comienzo de su Besamanto, depositemos allí con un beso nuestros miedos, nuestras incertidumbres, nuestras turbaciones. Y hagámoslo con confianza, como así lo hicieron nuestros padres y mayores.
 


Yo confieso, 45 años de espía.

lunes, 29 de abril de 2019
El pasado día 26 de abril, en la Feria del Libro de Cáceres, tuve el placer de presentar el libro de Mikel Lejarza y Fernando Rueda: "Yo confieso, 45 años de espía".

 


Un libro sobre la vida de "El Lobo", el espía más importante de la historia de España. El "agente negro" que consiguió asestar a la organización terrorista ETA, el mayor golpe de toda su historia; más de 300 terroristas detenidos y gran parte de su infraestructura, repartida por España, desactivada.
 

Yo confieso, 45 años de espía”, un libro ágil, sencillo, íntimo, llano y directo, lleno de vivencias y sentimientos, que es el resultado de una conjunción perfecta entre Fernando Rueda, que sabe contar muy bien las cosas que cuenta y Mikel Lejarza, que tiene muchas cosas que contar.

Os lo recomiendo.


Guateque Político

martes, 9 de abril de 2019
Dentro de tres días comienza oficialmente la campaña electoral. ¿Comooorrr? Si, sufrido lector. Hasta ahora todo este circo forma parte de la pre-campaña, o de la “pre de la pre...” que ya no sabe uno de cuándo data este jubileo. Una campaña electoral que culminará en la llamada “Fiesta de la Democracia”, uséase, en el día en el que ejerceremos, o no, nuestro derecho al voto y, con ello, a elegir “libremente” (risas), quién dirigirá las riendas de nuestra localidad, comunidad y país.



Una fiesta de la democracia que mejor pudiera llamarse “Fiesta de los Partidos” o, también, “Fiesta de la Decepción”. De los partidos, porque son ellos y sólo ellos, los que la festejan. Y dentro de ellos, los candidatos que han conseguido el “momio” de vivir de la cosa pública durante algún tiempo. Algunos, incluso, durante todo su tiempo. Bien recompensados quedan, los esfuerzos de mezclarse con el “vulgo”, haciéndoles creer que les escuchan y que atenderán sus propuestas; los abrazos y besos dados sin descanso; la cansina asistencia a todos los actos habidos o por haber: corriendo maratones, bailando reguetón, desplazándose en silla de ruedas, acariciando mascotas o vistiéndose de lagarterana, si hubiera hecho falta.
 
Y la fiesta de la decepción, porque al final todo queda igual. Partidos y políticos abstraídos de la realidad ciudadana, sin ninguna autocrítica. Los mismos de siempre en el poder (que para eso controlan el aparato del partido), haciendo lo mismo de siempre (buscando problemas, donde no los hay; o peor, arreglando los suyos, que casi nunca coinciden con los de los ciudadanos). Y los descolgados, los que estorban o los considerados ya desechos de tientas, colocados en Europa o mandados a vegetar al Senado. Todo ello y al mismo tiempo, que intentan convencernos de que necesitamos más Europa y menos mirarnos el ombligo, o de que el Senado se convertirá por fin, después de más de 40 años, en la verdadera Cámara de representación territorial. Y tan panchos.

Confieso que uno siente nostalgia de los primeros años de Democracia. Entonces te embargaba la ilusión, el compromiso, incluso la admiración por aquellos representantes que, realmente dignificaban su status, trabajando en la solución de los problemas de la gente. Hoy, por el contrario, visto lo visto, hasta llega a irritarte hacerte cargo de la factura de este guateque político.

Libertad, hermosa bandera...

jueves, 14 de marzo de 2019
«La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida».


Y, cierto es, que muchos aventuraron su vida en tal defensa. A lo largo de la historia, han sido muchos los hombres y mujeres que han luchado y siguen luchando por la libertad, ya sea la física, la económica, la de credo o la de poder pensar de modo diferente y poderse expresar libremente.

Es precisamente el derecho a la libre expresión uno de los más fundamentales, ya que es esencial a la lucha para el respeto y promoción de todos los derechos humanos. Sin la posibilidad de opinar libremente, de denunciar injusticias y clamar cambios, la humanidad estaría condenada a la opresión.

Por estas mismas razones, el derecho a la libre expresión es uno de los más amenazados, tanto por gobiernos represores que quieren impedir cambios, como por personas individuales o colectivos organizados que quieren imponer su ideología o valores personales, callando los otros.

La defensa de la libertad de expresión nos corresponde a todos, ya que es la defensa por la libertad de expresar nuestro propio individualismo. Respetar la libertad de los demás a decir cualquier cosa, por más inapropiada que la consideremos, es respetar nuestra propia libertad de palabra. Tratar de censurar las ideas contrarias a las nuestras, por muy distantes que aquellas sean, no contribuye a la construcción de una democracia mejor, sino que la reduce considerablemente. Lo que caracteriza el vivir en un sistema democrático, es la pluralidad de pensamiento y el poder expresar las ideas con absoluta libertad. Con respeto, sí, pero TODAS, ya sean favorables o críticas a determinadas actuaciones o posiciones de poder. Insultar o agredir a los que no piensan como uno mismo, es intolerancia y egoísmo: “libertad de expresión para mí, pero no para ti”.

Muchos hombres y mujeres lucharon por este derecho, y a muchos esa lucha les acarreo la persecución violenta o los llevó a la muerte. Respetemos lo heredado y no lo olvidemos.


Inclusión, Diversidad, Visibilidad.

martes, 19 de febrero de 2019

El discurso de Jesús Vidal en los Premios Goya de este año, se hizo viral a los pocos minutos, gracias a la difusión y al poder multiplicador de las redes sociales. Desde ese momento, han sido muchas las personas, de toda índole y condición social, que han alabado sus palabras, calificándolas como “llenas de humanidad y emotividad” y ensalzado al actor catalogándolo como “grande entre los grandes”.

Y es justo que así sea. Porque Jesús Vidal, al igual que sus nueve compañeros del elenco, efectivamente, son muy grandes. Pero ni más ni menos grandes que como lo eran antes de empezar los Goya, o antes de empezar el rodaje de Campeones, o incluso antes de soñar con ser actores. Sus palabras, que eran las palabras de todos ellos, no son producto de la inspiración del momento, son más bien el resultado de una filosofía de vida. Una bella filosofía que, desgraciadamente, nosotros no practicamos, porque somos tan pequeños que solo alcanzamos a vernos la punta de la nariz. Y tiene que venir un grande, como Jesús Vidal, a mover nuestras conciencias ampliándonos la perspectiva.

Inclusión, diversidad y visibilidad, fueron sus palabras mágicas. Diversidad: conjunto de características que nos hacen diferentes y, por tanto, únicos e irrepetibles. Inclusión: resultado de todas las acciones y esfuerzos que podemos hacer para fomentar la incorporación de personas diversas. Visibilidad: dar a conocer sus necesidades y, lo que es más importante si cabe, su enorme talento. Cada uno valorado. Cada uno incluido. Cada uno desarrollándose hacia su máximo potencial.

A esas tres palabras mágicas, me gustaría añadir dos más: Respeto y Oportunidad. El respeto que se tienen bien ganado con su lucha, con su cultura del esfuerzo y con su constante ejemplo de superación. La oportunidad... bueno, la oportunidad no es la que ellos merecen, que es indudable, la oportunidad es la que debemos darnos nosotros para poder aprender de ellos. Sólo así podremos soñar ser, como Jesús Vidal, “grande entre los grandes”.


Maquiavelo sigue vigente

lunes, 28 de enero de 2019
Que la política es “el arte de engañar” ya lo dijo Maquiavelo hace más de quinientos años. Y este aforismo, al igual que cada uno de los principios e ideas principales de su obra “El Príncipe” (tratado político escrito durante su reclusión), sigue estando de rabiosa actualidad.


Para Maquiavelo, el gobernante ha de tener como único objetivo la conquista, conservación y extensión del poder político, y cualquier medio para lograr este fin está justificado. (¿Les suena?). Sigue diciendo que uno de los métodos es el uso sistemático de la mentira y el engaño: “Saber disfrazarse bien y ser hábil en fingir y en disimular. Aquél que engaña encontrará siempre quien se deje engañar”. Además, insiste, un gobernante de éxito no ha de dudar en realizar promesas para luego incumplirlas: “No se debe observar la fe jurada cuando semejante observancia vaya en contra de sus intereses”. (No me digan que no es súper actual, porque bien que saben aplicar este método, aquellos que tienen el arte de disfrazar de interés general, el interés particular. O, como dijo en su día el periodista Louis Dumur, aquellos que tienen el arte de servirse de los demás, haciéndoles creer que se les sirve a ellos).

La mentira y la política suelen caminar juntas. No se estorban. Sin embargo, la política y la moral van generalmente separadas. Tener principios o ser una persona con valores, no es tan importante para la clase política como tener la certeza de que, con quien se pacta, es capaz de cumplir con lo pactado.

Ahora quizás entendamos muchas cosas que nos parecen incongruentes, incorrectas e inexplicables: como las alianzas entre grupos ideológicamente contrapuestos; el negar haber negociado unos presupuestos a la medida o supeditados a las exigencias de determinada Comunidad Autónoma, bajo el famoso y egoísta principio de: si tú me das, yo te doy; o que nos vendan, al igual que nos vendieron anteriormente otros, que son los mejores Presupuestos Generales para Extremadura (el papel lo aguanta todo). Todo este circo forma parte de la actitud y del proceder político, como fieles pupilos del filósofo, político, diplomático y escritor florentino, Nicolás Maquiavelo.