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Herodes Modernos

miércoles, 29 de diciembre de 2021

Ayer la historia volvió a recordarlo. Hablar de Herodes es hablar, sin riesgo a equivocarse, de alguien identificado como: cruel, asesino, egoísta, tirano, totalitario, envidioso, manipulador y cobarde. Cruel, porque no solo ejerce como asesino, sino que también se regocija en el daño producido. Crueldad con el prójimo, y esa indiferencia que viene del egoísmo, despreciando todo aquello que no convenga a su propia comodidad, prosperidad o disfrute; y estableciendo el asesinato como única forma de gobierno para garantizarse el sometimiento de grupos y de personas. Tirano, totalitario y envidioso, porque no deseaba que nadie opacara su poder; característica por otro lado, del que busca eternizarse en el mismo, considerando una amenaza a cualquier prójimo. Manipulador, dispuesto a hacer lo que fuera para mantenerse en el trono; capaz de embaucar a terceros en ese disparate de su sinrazón. Y cobarde, hasta para temer de la santa inocencia de los más débiles y vulnerables, los niños.

 


Herodes El Grande murió, sí. Pero, desgraciadamente, dejó muchos seguidores. Hoy, los nuevos Herodes no sólo usan armas, también se valen de la privación de derechos y libertades. En su fanatismo radicalizado, siguen atentando contra los inocentes, poniendo en riesgo sus vidas, su integridad física, psicológica, excluyéndolos y haciéndolos más vulnerables a la discriminación y a la violencia. Porque, no dejar al niño ser niño, es otra forma de matar la infancia.

Dicen que el poder, en cualquier ámbito, hace perder la razón. Todo se vuelve ambición y más poder. Así fue en Belén, entonces; así es en Canet de Mar, ahora. Como lo es en más lugares donde el totalitarismo campa a sus anchas con el beneplácito de quien debiera atajarlo, si no fuera o se comportara como otro Herodes moderno más. Al final, se han hecho dueños de una tierra común de la que nadie es propietario y todos somos poseedores.

Qué razón tenía Karl Popper, en su paradoja de la tolerancia, al afirmar que: la sociedad tiene que ser intolerante con la intolerancia porque «si extendemos la tolerancia ilimitada aun a aquellos que son intolerantes (...) el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto con ellos, de la tolerancia».


Feliz año nuevo.



¡Oye, oye, que esto viene de arriba...!

martes, 7 de diciembre de 2021

¡...Aquí somos unos mandaos y no podemos hacer nada! Imagino que esta justificación la habrán oído miles de veces y en los sitios más variopintos. En política, ya ni les cuento. Pero no deja de ser una frase manida que, acogida como dogma de fe, demuestra una actitud ambigua de quien no se compromete y de quien no asume ninguna responsabilidad de gestión.

 


Ahora lo hacen más fino. La culpa es de Europa. ¿Recuerdan lo del IVA de las mascarillas? ¿Recuerdan, también, que no se podía bajar el IVA de la factura de la luz? Pues la culpa, según la todavía ministra Montero (como he dicho en otras ocasiones, ejemplo claro de mendacidad gubernamental), la tenía Europa que no nos permitía bajar los tipos. Bueno, al parecer sólo a nosotros, claro. A los demás países, sí.

 

Recientemente, nuestro Ayuntamiento ha utilizado otra expresión, también bastante manida, para justificar la subida de los impuestos de IBI e IVTM (coloquialmente contribución y rodaje), al decir que: “Cáceres tenía una de las tarifas más bajas del país”. Y, claro está, parece que eso concede “Patente de Corso”, para ejecutar dichas subidas. En IVTM, por cierto, subidas lineales por tramos de potencia fiscal y no en función de su contaminación ambiental, como pretenden vendernos o justificarnos.


De nada vale que los cacereños también soportemos una grave presión fiscal; que nuestros sueldos sean de los más bajos del Estado; que nuestro índice de paro sea superior a la media nacional y encabecemos la lista de paro juvenil; que muchos ciudadanos sobrevivan, exclusivamente, gracias a subvenciones; o que la pensión media en nuestra Comunidad sea la más baja del país. Estos datos, también son comparables pero, al parecer, ni cuentan ni interesan. Porque, si así fuera, y en justicia y coherencia con la justificación dada, en vez de subir, tendrían que bajar, y muy considerablemente, los impuestos que pagamos.


Pero claro, eso significaría redoblar esfuerzos, tanto en la búsqueda de iniciativas, como en la mejora de la gestión para: “con menos, intentar hacer más”. Desgraciadamente, a sensu contrario, nos hemos acomodado, y así lo estamos permitiendo, a “tirar con pólvora del Rey”.