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Cáceres, ciudad de Tamarindo

jueves, 17 de marzo de 2022

Un antiguo refrán africano asegura que “quien planta tamarindos no cosecha tamarindos”, porque –según creencias– este árbol tropical tarda casi un siglo en dar sus primeros frutos. Exageraciones al margen, si es cierto que tiene un lento crecimiento y desarrollo. Con plantaciones a partir de semilla, y en condiciones favorables, empezaría a producir frutos a partir de los 10 o 12 años, cosechándose cada 2 años aproximadamente.

 

 

En algunos países orientales, concretamente en Tailandia, el árbol de tamarindo es todo un símbolo; y en Portoviejo (Ecuador), incluso forma parte del escudo oficial.

En nuestra ciudad, podrían haberse aprovechado las visitas de ida y vuelta al Nepal y la subvención directa a la Fundación Lumbini (amparada por la Ley de Subvenciones de Extremadura) para habernos traído y sembrado algunas semillas de la variedad “Tamarindus Indica”. No por las ventajas de sus frutos, muy utilizados en su gastronomía particular; sino como verdadera atracción turística, justificando así la subvención.

Sería interesante dar a conocer “urbi et orbi” que la exageración africana, atribuida al crecimiento del tamarindo con el que se inicia el presente artículo, parece “cuesco de colibrí” en comparación con lo que tarda en realizarse cualquier proyecto que, vendido cual ensoñación poética, pretenda realizarse en Cáceres.

Hay mil y un ejemplos de proyectos eternizados o que pudieron ser y no fueron, entre ellos: el “Aeropuerto Internacional”, reconvertido en “Aeródromo”; el “Corte Inglés”; el “Pabellón Ferial”; la gran “Reforma del Marco”; el “No Ave” y su “Centro Logístico”; el “Trasvase” de ya no se sabe dónde; el “Plan Especial de Reforma Interior del Poblado Minero”; la “Autovía Cáceres-Badajoz”; la segunda fase del “Hospital Universitario” (para el que algún caradura sigue buscando dinero); el “Palacio de Justicia”; las “Rondas Sur y Oeste”; el “Centro Comercial La Calera”; la reforma del “Museo de Cáceres”; la demolición del “Bloque C”; y, vendidos ya como casi realizados, el “Centro de Almacenamiento Energético”; el Parque Tecnológico “CCGreen”; y el “Centro Budista” (si la Red Natura 2000 lo permite, claro está).


Al final, tarde o temprano, el tamarindo florece y da sus frutos. Muchos de nuestros proyectos, por el contrario, quedan en nada. Bueno, solo con el gasto empleado en estudios, programas y otros larguísimos etcéteras. Ustedes ya me entienden.