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¡Chiqui, eso no es ná!

martes, 25 de octubre de 2022

Según el Resumen de Prestaciones de Protección social publicados por el INSS, en junio de este año, Extremadura suma 232.741 pensiones contributivas y otras 12.220, no contributivas. A Cáceres le corresponden 96.330 y 4.082 respectivamente.

Pero lo importante son los datos comparados referentes a la pensión media de jubilación entre Comunidades Autónomas. Dichos datos indican que el País Vasco registra una mayor cantidad, casi 1.400 euros de media, mientras que Extremadura se sitúa la última con menos de 937 euros, siendo la media estatal de 1.255,92 euros.



Asimismo, según los Datos de enero de 2022 publicados en el Boletín Estadístico del personal al servicio de las Administraciones Públicas, Extremadura cuenta con aprox. 91.000 empleados públicos, de los cuales sitúan en Cáceres un 36,24%, aprox. 33.000.  

Pero lo importante siguen siendo los datos comparados, que colocan a Extremadura en el farolillo rojo con la media de salarios públicos y no púbicos más bajos del país. Una ubicación que viene arrastrando de forma continuada.

Por último, los datos publicados por los servicios públicos de empleo, correspondientes a julio de 2022, indican que en Extremadura hay cerca de 84.000 parados, correspondiendo más de 29.000 a la provincia de Cáceres y casi 7.400 a su capital.

Pero lo importante es que Extremadura registró la tasa de paro juvenil más alta en el último trimestre disponible, superando el 50%.

Visto los datos, y sabiendo que la renta media por persona en Extremadura es de 9.500 euros, la más baja del país, no me extraña que más de 400.000 personas estén en riesgo de pobreza o exclusión social en nuestra Comunidad. Pocas parecen, vista también la desbordada subida de los precios de la energía, de los carburantes y de los productos básicos, que devoran las ridículas migajas que llegan en forma de subida de pensiones, sueldos y prestaciones de desempleo.

Sí, posiblemente tengan razón, aquellos que afirman que somos una ciudad de pensionistas y de funcionarios; todos precarios, eso sí. Pero también lo es de jóvenes parados sin muchas alternativas y de trabajadores y autónomos que no llegan a fin de mes.

Pero como le diría la fulera ministra de hacienda a nuestro Presidente: ¡Chiqui, eso no es ná, el lunes voy y lo arreglo!





Caras de bobos.

martes, 11 de octubre de 2022

La noticia era extensa, bien documentada y presumiblemente contrastada, por lo que se le atribuye cierta presunción de veracidad. Me refiero al artículo del pasado día 2 de octubre, publicado en el Diario HOY, bajo el siguiente titular: “La agenda poco extremeña de los diputados por Badajoz y Cáceres” y en su versión digital: “Los diputados extremeños apenas llevan su tierra al Congreso”.


 

En la noticia se desmenuzan sus escasísimas intervenciones plenarias –no llegan a 15 en tres años–, sus miles de escritos de copia-pega para hacer piña con sus grupos parlamentarios y sus trabajos en comisiones, generalmente, dedicadas a tareas que en nada tienen que ver con sus representados extremeños. Amén de su obediencia ciega al dedo de sus amados líderes, para votar lo que les ordenen, aunque nunca falta el torpe que se equivoca hasta tres veces.

La pregunta, entonces, parece obvia: ¿para qué mantenemos a estos diez diputados; para qué los hemos elegido? O, más fácil: ¿conoce usted a alguno; podría decir el nombre de al menos dos de ellos?

Ésta, respetado lector, es la realidad de Extremadura y de Cáceres en particular. No tenemos a nadie que nos represente, nadie que defienda nuestros legítimos e históricos intereses. Ni cuando están con viento a favor, no sabemos si por sumisión debida o por no alterar la paz del líder; ni con viento en contra, porque la fuerza siempre se nos va por la boca. Ni senadores, ni diputados. Nadie.

Eso sí, ahora vendrán en tropel a explicarnos que hemos salido muy beneficiados en los Presupuestos Generales del Estado. Como siempre, volverán a enumerar, cual laica letanía, los repetitivos enunciados de cada una de las numerosas inversiones que, bajo ridículas y vergonzosas cantidades, nos venderán envueltas en palabras elocuentes. Después se marcharán, seguros de sí mismos, de su poder de convicción y de las caras de bobos que nos han dejado. Caras de bobos que seguirán año tras año, esperando la autovía, las rondas, el tren, la reforma del Museo cacereño, los planes del PERTE para la gigafactoría de Navalmoral, el saneamiento y depuración de Cáceres y un largo etcétera que durará hasta la próxima legislatura, o hasta el próximo Presupuesto, cuando vengan otra vez engatusándonos con la misma “tierra prometida”.