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La oscura transparencia

miércoles, 15 de julio de 2020
Una vez más, como de costumbre, el poder que emana del interior del escroto se ha impuesto al del respeto, la decencia y la honestidad. Una vez más, como de costumbre, el interesado rodillo partidista de la maquinaria política (¡ojo! sea esta la que sea, porque son todas iguales) ha pasado por encima de la propia dignidad humana, atropellando egoístamente a la razón.


Rechazar toda Comisión para investigar lo sucedido en las Residencias de Mayores, entre ellas la castigada Asistida, utilizando exclusivamente la fuerza de su mayoría, no solo es un insulto a la transparencia de la que hacen gala, es, además, un vergonzoso desprecio hacia las víctimas.

Si conocer la gestión llevada a cabo en las mismas, dado el elevado número de fallecidos que lamentablemente nos ha colocado en el podio nacional, no es un asunto de interés público y general, como así exige el Estatuto de Autonomía para su creación, díganme sus acomodadas señorías, entonces, para qué sirven las Comisiones de Investigación.

Si, ya imagino la respuesta que darían: para nada. Y en parte es cierto. Porque dicha herramienta de control también es controlada por la mayoría, en su afán de controlar todo, para no controlar absolutamente nada. Una Comisión no tiene más poder que dar a conocer unos hechos que determinen responsabilidades políticas cuando de los mismos se derive una mala gestión por parte de los servidores públicos. Pero conociendo el paño, el comportamiento borreguil que exigen las listas cerradas y la defensa a ultranza del codiciado pesebre, está claro que ninguna mayoría parlamentaria permitirá que una Comisión de Investigación pueda poner en peligro la acción del gobierno que, por obediencia imperativa y egoísmo propio, sustentan. Es evidente que les preocupa más lo que le conviene a su partido, que lo que le conviene al interés general.

Luego se quejarán de la judicialización que los partidos opositores y los ciudadanos en general hagan de estos temas; se quejarán de la galopante desafección política; de la desconfianza reinante en partidos e Instituciones; del miedo a que se instale el odio; y del asqueo generalizado de los ciudadanos hacia su casta. Pero es que hay actuaciones, sus actuaciones, que ya provocan nauseas.