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Termita demográfica

martes, 20 de abril de 2021

El demógrafo francés, Alfred Sauvy, escribió que las crisis económicas solían actuar como la dinamita, mientras que las crisis demográficas actuaban como las termitas, silenciosamente, pero con capacidad individual para derribar el edificio social. Por el contrario, Keynes, era partidario de no ocuparse de las termitas, porque sabiendo que sólo destruyen el edificio a largo plazo, cuando éste se caiga, estaremos ya todos muertos.

Mientras en España, y por supuesto en Extremadura, se seguía la ocurrencia Keynesiana, la termita demográfica ha venido trabajando sin descanso, desde mediados del siglo pasado.



Según los datos del INE y del IEEx, nuestra Comunidad pierde población. Y si lo desglosamos por provincias, es Cáceres la que presenta un mayor saldo negativo y con un futuro a corto/medio plazo cuasi desolador. Y no sólo en su ámbito rural. La propia capital verá cada vez más lejano, su sueño de acercarse a los 100.000 habitantes.

Tres son las principales causas: la bajísima natalidad, los fallecimientos y el flujo migratorio interior. Los fallecimientos aumentarán por el alarmante envejecimiento de la población y por la pandemia sufrida, que ha golpeado con fuerza a nuestros mayores. La baja natalidad y el aumento de la migración interior, tienen elementos comunes que hacen temblar las cifras. El altísimo desempleo, la falta de oportunidades laborales para los jóvenes y la precariedad del empleo temporal, generalmente poco cualificado y mal remunerado, hacen que los que están en edad de trabajar, de fijar población, de asentarse social y económicamente no tengan posibilidades de independizarse ni de formar proyectos de futuro y tengan que buscar en otros lugares lo que aquí no se les ofrece.

De nada vale la creación de una Oficina de Retorno del Talento Joven. De nada vale contactar con los que migraron de la ciudad, si aquí siguen siendo inexistentes las posibilidades de poder desarrollar sus actividades. Por eso se fueron, cansados ya de tantas promesas vanas. Porque aquí producimos, pero apenas transformamos e innovamos. Todo lo confiamos al sector público, cada vez más mastodóntico; o a la espera de ayudas y subvenciones que nos permitan ir malviviendo, dentro de este edificio geriátrico en que se ha convertido nuestra tierra. Un edificio que, las ignoradas termitas de Sauvy, van minando sin solución de continuidad.