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“Sostenella y no Enmendalla”

miércoles, 10 de agosto de 2016
La expresión define la actitud de quien persiste empecinadamente, incluso a sabiendas, en un error garrafal, bien por orgullo o bien por mantener las apariencias; y aunque mantener el error cause un daño peor que no mantenerlo. Parece originada en romances y, con ligera variación, la refleja Guillén de Castro en el siglo XVII, en su obra “Las Mocedades del Cid”.

 

Una de las características de los políticos españoles, al menos de los que soportan responsabilidades de partido o de gobierno, es la perseverancia en el error. Lo que puede ser virtud en otras circunstancias deviene a veces en una terquedad cuyo único motivo es evitar dar la razón al adversario. O, lo que es lo mismo, lo que estaba bien, si es que lo estaba, en una época, nada tiene que ver con la España del siglo XXI, y mucho menos, cuando lo que se apuesta no es el status personal y sí el interés general de todos.

En política es legítimo sostener una postura, pero el político tendrá que admitir que, como en química, una acción conlleva una reacción. Y hacer oídos sordos, a lo que se pide casi como "clamor popular”, puede volverse significativamente en su contra. Así, por lo menos, se desprende del resultado de las últimas elecciones.

El “no es no”, también puede valerle a usted, Sr. Sánchez. Por lo menos eso le han dicho los españoles en dos ocasiones: No y No. Y, además, mientras usted bajaba y llevaba al desastre a un partido hegemónico, otros subían y mejoraban resultados.

Pero, por lo que se ve Sr. Sánchez, el desprecio a la opinión pública es absoluto. Como lo es la tentación de repartir culpas. Todo vale, salvo la autocrítica y la rectificación.

Un proverbio chino, dice que: “El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el estúpido se queda sentado en él”.

Aunque, dado su empecinamiento, personalmente creo que le viene a usted mejor esta frase del comediógrafo griego Aristófanes: “La juventud pasa, la inmadurez se supera, la ignorancia se cura con la educación y la embriaguez con sobriedad, pero la estupidez... dura para siempre”.