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Cáceres, una ciudad en concierto

sábado, 4 de junio de 2016
Nuestra vida es como la música, a veces suena muy bien y otras no tanto. Para que la música suene necesitamos instrumentos que la hagan posible. En definitiva, necesitamos una Orquesta.

En la vida, como en la música, también necesitamos una Orquesta que haga mover y sonar los instrumentos persiguiendo la excelencia, o lo que es lo mismo, el interés general. Y no es fácil, porque para que este trabajo dé sus frutos, es necesario superar egos y ambiciones individuales, incompatibilidades de carácter, intereses opuestos y un largo etc.

 

Cada uno de los miembros de esta Orquesta, tiene que saberse su partitura y tocar en su momento, definiendo claramente su perímetro de acción, su función y su cometido. Hallar el “tempo”, y encontrar el equilibrio entre sus ideas y la de los demás, sabiendo que con compromiso y talento puede mejorarse cualquier idea.

Estar a la escucha, sabiendo que los demás no tienen por qué tener nuestro punto de vista, acordar instrumentos; aprender a entonar y asumir los desafines, son también parte fundamental del éxito o fracaso colectivo.

Cáceres, acaba de apagar las luces de su Feria de Mayo. Seguramente, la feria con mejores instalaciones de la región. Pero, incomprensiblemente, privada de festejos taurinos; con espectáculos de bajo coste; con una pre-feria sin apenas montar; y con una disonancia entre “caseteros” y restauradores del centro de la ciudad, por la organización de la llamada Feria de Día.

¿Y la Orquesta? Como siempre a lo suyo. Cada grupo de instrumentos interpretando su propia partitura, imponiendo la fuerza de su propio sonido y culpando del desafine al resto de grupos instrumentales. Sin “tempo”, sin equilibrio y, por supuesto, sin compromiso y mucho menos talento, para haber aportado también ideas. Es cierto que el Director de la Orquesta puede y debe de corregir estas disonancias; pero no es menos cierto que si los componentes de dichos grupos no quieren, nunca habrá armonía. Lejos quedará la excelencia y más lejos aún, la defensa del interés general. En este caso, el fracaso no será algo individual sino colectivo.

Ni en su Feria, Cáceres, pudo ser una ciudad en concierto.