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Pasado, presente y futuro. Realidad de todos los días.

Balance

sábado, 30 de diciembre de 2017
Se acerca el final del año y, como de costumbre, la hora de hacer el balance anual de nuestro paso por el mismo. Un análisis cíclico, donde evaluamos las metas cumplidas, tanto en lo personal, familiar, profesional, espiritual y social, que tan convencida e ilusionadamente nos propusimos cumplir al comienzo del año.

 
También de las incumplidas, generalmente la gran mayoría, bien por no haberlas empezado o bien por haber desistido voluntariamente de ellas al poco tiempo de haberlas iniciado.

Son nuestras viejas conocidas, por ser repetitivas en el tiempo y que cada año rescatamos afanadamente, quizás, pensando que alguna vez tendrá que ser la buena. En ocasiones, la fe en uno mismo, aunque sea poca, supera fácilmente al resultado consabido.

También es hora de hacer balance anual de nuestra ciudad. Ver los logros alcanzados, que alguno tendrá que haber. Las metas inconclusas, que por su cantidad habrá que priorizar. Y los aspectos a mejorar, que sin duda serán muchos y variados.

Y, como de costumbre, también se proyectará el año entrante renovando las ilusiones de nuestras viejísimas necesidades, y a las que, como también es costumbre, se les prestará la misma atención que los demás años. Son, entre otras: La terminación completa y puesta en funcionamiento del tan necesario Hospital; la urgente implantación de una red ferroviaria equiparable a cualquier otra ciudad española; la revitalización de nuestro comercio local y la facilidad burocrática para la atracción de nuevas empresas que proporcionen la creación de puestos de trabajo; la apuesta convencida por el turismo como fuente de riqueza y, por supuesto, una inversión clara y diferenciadora por la Cultura en nuestra ciudad. Si, esa ciudad que quiso aspirar a Capital Europea de la Cultura, sin apenas inversión en infraestructuras, y con un gasto en merchandising (puntos de colores, posavasos, camisetas, gorras, pancartas, globos, imanes,  etc.), cercano al despilfarro.
 
Pero, como dijo Albert Einstein, la insensatez consiste en “hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes”. Y así nos va. Feliz año para todos.


Inconformismo, protesta y plataformas.

domingo, 10 de diciembre de 2017
El inconformismo es la actitud de la persona que no se conforma fácilmente con una circunstancia determinada, especialmente cuando es impuesta o injusta, pudiendo rebelarse ante la misma con el objetivo de poder modificarla. No tiene por qué entenderse como un término negativo sino más bien como un estímulo, porque es evidente que el inconformismo ha servido, a lo largo de la historia, como motor para impulsar importantes cambios sociales.

 
La protesta es la acción y efecto de protestar, es decir, proclamar o declarar un propósito, expresar impetuosamente una queja o disconformidad. Y entendemos como protesta social, la acción colectiva de la ciudadanía, o de una parte importante de ella, en defensa de sus derechos. Un medio para manifestar y expresar opiniones e ideas, y también, como hemos dicho, para exteriorizar disconformidad. Una manera de evidenciar públicamente los problemas que afectan a determinados colectivos, y con ello, subrayar la responsabilidad de las autoridades de dar atención a sus demandas y a sus necesidades.

La falta de atención a dichas demandas y necesidades por parte del poder político, con la lógica discriminación entre iguales que dicha dejadez conlleva, ha estimulado a los ciudadanos a asociarse en plataformas para defender, demandar o reclamar derechos e intereses generales que le son negados, arrebatados o dilatados en el tiempo.

Actualmente y entre otras, sirvan como ejemplo: la “Plataforma en Defensa de un Tren Digno”; “Salvemos la Montaña”, en su demanda de información y transparencia; o “Cáceres se mueve”, en contra de la apertura por fases del nuevo Hospital de Cáceres.

Las plataformas ciudadanas, alejadas en principio de cualquier significación política, se definen por tanto como una forma de organización social que actúa desinteresada y altruistamente en defensa del interés común, manifestando su disconformidad con políticas públicas, o conductas de poderes públicos, que afectan de manera significativa al ejercicio de sus derechos. Como vimos y demostramos el pasado 18N, gracias a una de las plataformas citadas, la unión hace la fuerza y es siempre una manera eficaz y pacífica de presión. Quizás, ese sea el camino.