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La Impunidad.

sábado, 22 de octubre de 2016
Dudé, si escribir sobre la inestabilidad política que vivimos, dónde cada partido defiende sus propios intereses casi nunca coincidentes con los generales; o sobre la crisis del PSOE, destacando la diferencia entre militantes y votantes que parece no tenerse en cuenta, vistas sus luchas cainitas; o sobre los muchos vividores de la cosa pública (llámense Ritas o Cantaoras, Pepitos o Juanitos), sinvergüenzas en cualquier caso capaces de renunciar a su dignidad (si alguna vez la tuvieron) y a la de sus propios hijos, con tal de seguir en el machito, burlándose de las instituciones a las que, ni asisten ni trabajan, pero de las que viven colmados de derechos; o sobre la corrupción que desgraciadamente nos asola, dónde no sólo ya se roba dinero, sino que también se esquilman las esperanzas y oportunidades de muchas personas; o de la sin par chulería de los independentistas, envalentonados por los alientos irresponsables o la inacción incomprensible de los últimos gobiernos; incluso de la cobardía de las bandas que, semi-organizadas, son capaces de malherir a, por lo menos para mí, heroicos servidores públicos.

 
Pero hete aquí que me encuentro con las palabras de la vigente ganadora del Premio Planeta, Dolores Redondo quien, en una entrevista en este mismo medio manifiesta, entre otras, lo siguiente: “La impunidad es insoportable. Hemos aceptado que los malos se vayan de rositas, y es penoso. Este país ha vivido en la impunidad durante muchísimo tiempo. Es vergonzoso ver gentes, familias, grupos, asociaciones casi delictivas amparadas bajo unas siglas que se permiten cuestionar el Estado de Derecho y piensan que las cosas les corresponden porque son ellos y están ahí. Van pisando cabezas y causando un daño atroz. Lo vemos cada día en los telediarios. Siempre creen que tienen derecho a más. No temen a las consecuencias. Es triste y es vomitivo.”

Imagino que, principalmente, estaba hablando de su novela: “Todo esto te daré”. Pero compartiendo totalmente sus palabras, y siempre con su permiso, las hago también mías y las aplico a mucho de lo dicho en mi primer párrafo. Pensar que, determinada gentuza, pueda quedar impune, efectivamente, da asco.