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Pasado, presente y futuro. Realidad de todos los días.

Ellos, no tienen la culpa.

martes, 9 de febrero de 2016
¡Cómo la van a tener, si sólo son unos niños! Unas criaturas a quienes la vida borró la sonrisa de la cara, cambiándola por llanto, por dolor, por miedo... Con la mirada perdida, siguen su viaje a ninguna parte, recordando que dejaron a muchos otros en el camino: el hambre, la enfermedad o el abandono, pudieron con ellos.

Son unos niños y, sin embargo, desde bebés, son objeto de mercado: la venta, el alquiler o, peor aún, el secuestro para el ejercicio de la mendicidad o el tráfico de órganos, es muchas veces su destino. Son unos niños y, su bendita inocencia, es aprovechada por desalmados para someterlos a toda clase de abusos sexuales. Son unos niños, sí, pero son víctimas de una brutalidad terrible: el reclutamiento forzoso en grupos armados o su utilización como escudos humanos en guerras inútiles e interminables. Son unos niños, sí, pero son explotados como mano de obra esclava, privándoles de su aprendizaje, de sus juegos, de sus sueños, de su infancia. Son unos niños, sí, pero como otros cientos de miles, viven en una huida constante del horror, habiendo perdido su hogar, su familia, sus amigos, su seguridad y su sensación de normalidad.



Recientemente, se han renovado los cargos del Comité Autonómico de Extremadura de la Fundación UNICEF. ¡Ójala! desde aquí, podamos colaborar y centrar nuestro esfuerzo en llegar a los niños más vulnerables y excluidos.

Pero no nos engañemos, garantizar su salud y nutrición, su crecimiento y desarrollo, su seguridad y estabilidad, su formación y aprendizaje, debe de ser tarea y responsabilidad de todos. Si no podemos acabar con los conflictos en los países, intentemos que los mismos no acaben pagándolos los niños. Si lo de allí nos parece lejos, empecemos por cambiar lo de aquí: alrededor nuestro, todavía hay muchos niños en situación de pobreza y en riesgo de exclusión social, sin escolarizar y víctimas de explotación infantil.

Por una vez, pensemos en ellos. No podemos permanecer indiferentes.
No dejemos que se pierda su futuro, no permitamos que se apague su esperanza. 
Ellos, no tienen la culpa.