En política, también se utiliza esta expresión, en su versión reducida: “ceguera política”. Y se interpreta como no ver, o no reconocer, hechos que son absolutamente contrastables.
En su misma ceguera, ni PP ni PSOE, tampoco quisieron ver, el Caballo de Troya relleno de nacionalistas y separatistas que, paso a paso y de manera estratégica, se iba adentrando en el Congreso donde reside la soberanía nacional. Y no sólo no quisieron verlo sino que, de forma alternativa, con fines únicamente partidistas y al objeto de mantenerse en el poder a cualquier precio, fueron alimentándolo hasta convertirlo, en la actualidad, en una especie de “chapapote” destructivo, que avanza vorazmente y que amenaza con minar, desde dentro, las propias estructuras del Estado.
¿Pudieron ponerse de acuerdo entonces? SI. ¿Pueden ponerse de acuerdo ahora? SI. ¿Por qué han permitido y siguen permitiendo, por tanto, el chantaje continuado de unos pocos? Pues porque, irresponsablemente, cada cual sólo sabe mirarse su ombligo. El narcisismo de uno, enamorado de sí mismo, capaz de talar el bosque para que sólo brille su árbol; y la estrategia de supervivencia del otro, “cuánto peor, mejor”, para evitar “sorpassos” o recaídas, les impide comportarse como verdaderos hombres de Estado.
El problema, quizás, no sean las voces altaneras de los que exigen, sino los silencios humillantes de los que otorgan. Que hoy, en su festividad, Santa Lucia les conserve el oído, porque la vista… FELICES FIESTAS.