Ayer la historia volvió a recordarlo. Hablar de Herodes es hablar, sin riesgo a equivocarse, de alguien identificado como: cruel, asesino, egoísta, tirano, totalitario, envidioso, manipulador y cobarde. Cruel, porque no solo ejerce como asesino, sino que también se regocija en el daño producido. Crueldad con el prójimo, y esa indiferencia que viene del egoísmo, despreciando todo aquello que no convenga a su propia comodidad, prosperidad o disfrute; y estableciendo el asesinato como única forma de gobierno para garantizarse el sometimiento de grupos y de personas. Tirano, totalitario y envidioso, porque no deseaba que nadie opacara su poder; característica por otro lado, del que busca eternizarse en el mismo, considerando una amenaza a cualquier prójimo. Manipulador, dispuesto a hacer lo que fuera para mantenerse en el trono; capaz de embaucar a terceros en ese disparate de su sinrazón. Y cobarde, hasta para temer de la santa inocencia de los más débiles y vulnerables, los niños.
Herodes El Grande murió, sí. Pero, desgraciadamente, dejó muchos seguidores. Hoy, los nuevos Herodes no sólo usan armas, también se valen de la privación de derechos y libertades. En su fanatismo radicalizado, siguen atentando contra los inocentes, poniendo en riesgo sus vidas, su integridad física, psicológica, excluyéndolos y haciéndolos más vulnerables a la discriminación y a la violencia. Porque, no dejar al niño ser niño, es otra forma de matar la infancia.
Dicen que el poder, en cualquier ámbito, hace perder la razón. Todo se vuelve ambición y más poder. Así fue en Belén, entonces; así es en Canet de Mar, ahora. Como lo es en más lugares donde el totalitarismo campa a sus anchas con el beneplácito de quien debiera atajarlo, si no fuera o se comportara como otro Herodes moderno más. Al final, se han hecho dueños de una tierra común de la que nadie es propietario y todos somos poseedores.
Qué razón tenía Karl Popper, en su paradoja de la tolerancia, al afirmar que: la sociedad tiene que ser intolerante con la intolerancia porque «si extendemos la tolerancia ilimitada aun a aquellos que son intolerantes (...) el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto con ellos, de la tolerancia».
Feliz año nuevo.
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