En los pasados días se ha celebrado el denominado Debate sobre la Orientación Política General de la Junta de Extremadura, antiguo Debate sobre el Estado de la Región. Y confieso que otro año más lo he padecido por la curiosidad de saber si, por fin, esta vez dirían algo distinto a lo dicho en los cinco o diez últimos debates. ¡Quiá!
Unos y otros se dedicaron a aplaudir o criticar, según el color y la bancada, las cada vez más increíbles peroratas que los distintos usuarios del atril iban soltando. Auténticas soflamas que ofrecen como novedad las viejas promesas incumplidas que, cada año por estas fechas, son desempolvadas, mínimamente redecoradas y nuevamente ofrecidas en papel charol para seguir engañándonos con la ilusión de conquistar “El Dorado”.
Ahora nos anuncian subidas al diesel, matriculación, electricidad, peaje en las autovías y la eliminación de la bonificación por tributación conjunta, entre una nueva batería de impuestos encaminados a favorecer, según lo venden, a las clases bajas y medias (jajaja). Para eso nunca les tiembla el pulso. Son verdaderamente insaciables. Capaces de cargar a la espalda del ciudadano, su manifiesta incapacidad de gestión y administración. Egoístamente, nunca recortarán en sus cuantiosas asignaciones (deshonrosamente muchas libres de impuestos); en sus numerosos chiringuitos, cada vez más nutridos y más subvencionados; en el número de paniaguados que viven arrimados bajo la figura de asesores; o en la elefantiásica estructura organizativa montada para mantener colocados a sus afines. En general, ningún recorte en aquello que, a ellos o a su aparato, les afecte directamente.
Y, como siempre, Extremadura callará sumisa ante el poder central. Soportará más carga fiscal y disfrutará de menor renta. Seguirá empobreciéndose, sin que nadie la defienda; mientras le repiten viejas promesas que la siguen embobando con “El Dorado”.
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