Es muy difícil poder expresar, en aprox. 300 palabras, lo que uno siente cuando oye elogiar la impresionante inyección económica que, vía Presupuestos Generales del Estado, va a llegar a Cáceres y que, al parecer, nos va a permitir alcanzar el más alto nivel de desarrollo, modernidad y merecido nivel de equiparación con el resto de capitales de provincia.
La euforia de nuestros diputados nacionales (esos que dicen que nos representan), cuando empiezan a enumerar, cual laica letanía, los repetitivos enunciados de cada una de las numerosas inversiones, parece sacada del país de los sueños. Pero la realidad es bien distinta. Porque una cosa son los enunciados y otra cosa las ridículas y vergonzosas cantidades asignadas a cada una de esas partidas de inversión. Y, encima, van y te lo explican: “es que son pequeñas cantidades porque forman parte de planes plurianuales, sabe usté”, quedándose tan aliviaos. Y es aquí cuando los cacereños (esos que votamos a los que dicen que nos representan), hartos ya de estar hartos, llegamos a la siguiente conclusión: “... no es que nos tomen por tontos, es que están convencidos de que lo somos... que es mucho peor”.

Al final, la única estatua merecida, hay que levantársela a Luis FONSI. Es el único que realmente se identifica con Cáceres, aunque sea cantando. Porque así es como nos llegan las eufóricas migajas, muy “DES-PA-CI-TO”.