Llegado el mes de Abril, Cáceres entera se reviste de primavera, llenándose de vigor, de frescura, de sol, de hermosura, de colorido, de ilusión, de fe, de amor, de alegría, de devoción, de esperanza y de vida, para recibir a la más ilustre de sus visitantes: su Patrona, su Virgen de la Montaña.
Una visita que no por repetida en el tiempo, deja de ser deseada, deja de ser cada año nueva, como esa savia que rebrota y que transmitiendo energía, renueva y revitaliza nuestra vida.
La Ermita del Vaquero, Santiago y las cuatro esquinas, la recibirán con sus cánticos, sus rezos, sus peticiones y su frescura juvenil. Y hará su entrada triunfal en la plaza, conducida por sus Guiadores y aclamada por todos, porque todos desearán recibir y dar su bienvenida a la Virgen de la Montaña.
Cubierta de flores y rodeada del máximo cariño, penetrará en la Iglesia Concatedral de Santa María, para desde el Sitial Mayor, recibir el calor y el amor más verdadero que pueda producir devoción alguna.
Y Ella sonreirá al vernos, y llorará nuestras ausencias, y compartirá sin duda alguna, nuestras alegrías, tristezas, emociones, esperanzas, angustias, oraciones y silencios.
Cáceres y su Patrona, la Virgen de la Montaña, unidos inseparablemente por el destino, desde hace ya, casi 400 años.