Dicen mis amigos y conocidos que, últimamente, estoy más batallador, más guerrero que de costumbre. Quizás, no les falta razón.
Y es que, como cantaba Serrat: “...harto ya de estar harto, ya me canse...”.
Sí, me cansé, y mucho, de que se confundiera prudencia por cobardía; representatividad por otorgamiento; y lo políticamente correcto por sumisión.
Tal es el volumen de idiocia que nos rodea y una, casi nula, capacidad de discernimiento.
Por otro lado, estoy en un etapa de mi vida en la que nada espero, nada busco y nada me somete a determinada disciplina (todos sabrán entenderme). Y esto me permite ciertos privilegios, entre otros, el de utilizar mi libre pensamiento, con las únicas líneas rojas que me imponen el respeto y la educación recibidas.
Por todo ello, y acordándome de mi padre una vez más, creo llegado el momento de actuar conforme a los versos de uno de sus poetas favoritos, Ángel Marina, cuando decía: “...y es que no puedo callar por más tiempo mis sentires...”.
Así de claro y así de simple.