Como extremeño, y a pesar de los tontos contemporáneos que nos abochornan –como la zapatillera buscadora de minipisos y a la sazón exministra de fomento del singular Zapatero, la tal Maria Antonia Trujillo, digna merecedora por sus últimas declaraciones de babero personalizado– me felicito de que la Junta de Extremadura, se haya ofrecido para ubicar en nuestra Comunidad, la sede de la futura Agencia Estatal de Salud. Da igual si competimos con Aragón, Asturias, Murcia o Valencia. El hecho de postularse ya es motivo de satisfacción.
Ahora bien, como cacereño de nacimiento y censo, tengo mis serias dudas de que, en caso de ser agraciados –que es mucho suponer–, dicha sede pueda instalarse en Cáceres. Y no porque quiera entrar en la típica rivalidad provincial, no. Simplemente, y a la vista está, porque Cáceres tiene pocas opciones. No tenemos un Hospital completo, solo un anteproyecto que sabe Dios cuándo se convertirá en proyecto y que deberá pasar por las interminables fases de financiación, licitación, adjudicación, ejecución, etc. Por otro lado, y fuera del casco urbano, Cáceres es intocable. Resulta que es el término municipal de mayor superficie de España (1.750,33 km²), de los cuales casi el 98% tiene algún tipo de protección medio ambiental. De ahí que ni aeródromo, –lo del aeropuerto internacional de Ibarra es para otro babero– ni buda gigante, ni budina chico, ni ningún tipo de industria que pueda favorecer el desarrollo económico de la ciudad. Tendremos mina. Seguro. Y si queremos que la explotación, tratamiento y transformación del litio se quede en nuestra ciudad, necesitaremos la creación de fábricas, pero nuevamente chocaremos con nuestra cruda realidad. La ZEPA.
Porque Cáceres es el municipio ZEPA por excelencia. Alguna vez nos tendrán que explicar, los beneficios económicos que Europa nos haya repartido a cambio de satisfacer las peticiones del ecologismo de salón que tanto impide el desarrollo de esta tierra. Tenemos aves migratorias capaces de recorrer miles de km. por su conveniencia y nosotros no podemos trasladar sus nidos dos km. para favorecer la instalación de un aeródromo y de industrias que generen el empleo que muchos miles de jóvenes cacereños están demandando. Por favor: cultura ecológica, sí; pero sentido común, también.