La primavera se identifica con el tiempo en que todo se halla en su mayor vigor, frescura y hermosura. Es sinónimo de vida, de juventud, de energía, de naturaleza, de alegría, de sol, de luz y de color. Es tiempo de ilusiones, de inspiración, de renovadas esperanzas, de devociones, de germinación de semillas y de buenos deseos. Tiempo, también, de equilibrios y el mejor momento para renacer desde adentro para ascender en función de nuestro desarrollo espiritual. Es tiempo de festejos, de celebraciones... y, por lo que a nosotros los cacereños nos toca, la estación del año que más y mejor se identifica con nuestra querida ciudad.
Coincidiendo con su llegada, Cáceres se reviste de primavera para disfrutar de su Semana Santa y de esa maravillosa novedad de Pasión viviente que, sin duda alguna, ha dejado una importante huella y grandes expectativas de futuro. Y, sin solución de continuidad, se prepara para encarar un nutrido grupo de actividades que se desarrollarán hasta la llegada del solsticio de verano. Actividades enfocadas desde la diversidad, condición ésta indispensable para poder llegar a todos los gustos.
Actividades pues gastronómicas, culturales, religiosas, musicales, etc., que no deben buscar rellenar solamente un espacio en el calendario. Cáceres, merece ser referente artístico y cultural, como ciudad Patrimonio de la Humanidad que es. Sólo así, atraeremos más turismo, sólo así, llenaremos nuestra ciudad de vida. De esa vida fresca, alegre, llena de luz y color, a la que nos invita la primavera.
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