Nos adentramos en el mes de Noviembre, en el que hemos celebrado el Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos. Y, no sé si como causa efecto de dichas festividades, en el mes en el que, generalmente, se aprueban los distintos presupuestos que regirán el devenir económico del ejercicio siguiente y, por tanto, el bienestar o malestar de la ciudadanía.
Durante unos días, los representantes de los partidos políticos (que NO de los ciudadanos, de los cuales están cada vez más alejados) debatirán con vehemencia intentando hacer creíbles sus distantes posturas y agotando la escasa paciencia que nos queda a los Santos ciudadanos.
Y es que, “teóricamente”, los presupuestos deben fijar los objetivos económicos que se pretenden alcanzar durante el ejercicio fiscal; detallar los gastos e ingresos de las entidades y empresas del sector público y establecer las políticas económicas que se llevarán a cabo para alcanzar los objetivos marcados. Pero, “prácticamente”, los presupuestos solo sirven para ratificar el poder que unas comunidades autónomas tienen, con respecto de otras; para evidenciar cómo las grandes inversiones caen siempre del lado de los más beligerantes en detrimento de los sumisos modositos; para comprobar que siempre se apuesta por la subida indiscriminada de impuestos, aumentando la presión fiscal, en vez de por la sujeción del gasto en ministerios, asesores y chiringuitos varios; para demostrar la preferencia por políticas populistas, como el famoso cheque-voto entre otras ocurrencias, en vez de por programas e iniciativas que aseguren el futuro de nuestros jóvenes; para confirmar como son incumplidas cada una de las partidas económicas que, con euforia desmedida, eran celebradas por los diputados cacereños en el ejercicio anterior y que, a fecha de hoy, apenas llegan al 30% de ejecución...
Está claro que el papel todo lo aguanta. Pero una cosa es predicar y otra dar trigo. Y a la vista está que Extremadura, una vez más, queda marginada presupuestariamente. Y Cáceres, en particular y siempre en el mejor de los casos, deberá esperar a la generosidad europea para ver terminados algunos pocos de sus necesarios proyectos.
“Santos”, ya somos, desde luego; pero esperemos no terminar con cara de “Fieles Ciudadanos Difuntos”, ignorados por los presupuestos.
Envía tu comentario
Publicar un comentario