Con la llegada del buen tiempo aumenta el número de
personas que se animan a coger la bicicleta. Bien para practicar el ciclismo de
carretera o ciclismo en ruta; bien para practicar el ciclismo de montaña o de caminos;
o bien como simples usuarios que utilizan este medio para sus desplazamientos
urbanos. Unos y otros, atraviesan nuestras calles en mayor o menor medida y, al
comportamiento de algunos, voy a referirme en mi artículo.
Es sabido que la bicicleta, además de contribuir al
cuidado del medio ambiente al ser un medio extraordinario de moverse por la
ciudad sin contaminar, es también una beneficiosa fuente de salud que ayuda a
ejercitar nuestro cuerpo mientras nos desplazamos de un lugar a otro. También
es cierto que su utilización conlleva un cierto peligro, a veces sobrevenido,
por la mala praxis de algunos automovilistas.
En tal sentido, el pasado domingo, se realizaron
diversas concentraciones de ciclistas por el territorio nacional, reclamando “más
respeto” y un “mayor endurecimiento del código penal”. Ni que decir tiene que,
personalmente, estoy totalmente de acuerdo con sus reivindicaciones.
Pero estaría mucho más de acuerdo si “se aplicara
la ley a quien lo hiciera mal”. Sin más. Porque ni todos los conductores son
una cosa ni todos los usuarios de bicicletas son otra. Hay malos ciclistas,
como malos peatones o automovilistas.
Una bicicleta es un vehículo y como tal debe
guiarse por la normativa de tráfico vigente, al igual que motos o coches. Y el
hecho de ser más vulnerables, no es patente de corso, para considerarse por
encima de la ley. Cada uno su responsabilidad. Y los usuarios de bicicletas, no
pueden cruzar un paso de cebra montados (al que acceden creyendo tener
prioridad de paso); ni circular por las aceras, o atajar por ellas según
convenga, (o ir haciendo caballitos, que esa es otra); ni circular en sentido
contrario o por el medio de la calzada, entre carriles y sorteando coches a su
libre albedrío; ni saltarse semáforos en rojo o señales verticales de dirección
y obligación; ni ir más de dos en paralelo, etc.
Sabemos que identificar a un automovilista
infractor es relativamente fácil, incluso a posteriori. Pero pedir
responsabilidades a un ciclista por un comportamiento peligroso es, en muchos
casos, misión imposible.
Respeto, siempre. Pero utilicemos más el sentido
común y eduquemos con el ejemplo. Aprendamos así a convivir.
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