"Viento del Este y niebla gris, anuncia que viene,
lo que ha de venir...
No me imagino que irá a suceder, más, lo que ahora pase, ya
pasó otra vez."
Así comienza la película de Mary Poppins y así podría comenzar la película de la, previsiblemente fallida, investidura del candidato a Presidente del Gobierno de España; lo que nos llevará, sin solución de continuidad, a celebrar unas vergonzosas terceras elecciones generales. Y es que, tal es, el grotesco espectáculo que se nos ofrece desde la bufonada del hemiciclo.
Los ciudadanos, en su perfecto derecho, libremente y por dos veces, han decidido que haya una diversidad política en el Congreso que garantice su pluralidad de ideas y opiniones. Ni que decir tiene, que este es uno de los principios fundamentales del sistema democrático porque, pluralidad democrática, es sinónimo de libertad. Pero, dicho esto, no hay que olvidar que la pluralidad política tiene un importante componente cuantitativo y que, por otro lado, la democracia se basa en la aceptación de las ideas de los otros dentro del marco de la ley. En resumen, que tanto las ideas mayoritarias como las minoritarias deben de ser respetadas y, atendiendo al juego democrático, valoradas proporcionalmente. Lo que nos lleva, en este caso y sin duda alguna, a establecer acuerdos entre las partes; sabiendo, además, que dichos acuerdos, nunca deben de entenderse ni como cesiones, ni como imposiciones, sino como la voluntad de hacer primar el interés general.
Pero esto no parece que lo hayan entendido, ni creo que tengan intención de entenderlo, los diputados elegidos para unificar las diferentes posturas; es decir, los encargados de adoptar decisiones comunes, como síntesis de las opiniones diversas. Y eso, en “román paladino”, demuestra a las claras su total “inutilidad”.
Ante unas nuevas elecciones, seguirán las mismas caras, los mismos candidatos, los mismos viejos discursos de: “hemos entendido el mensaje” “nuestro objetivo es la defensa del interés general” “España no puede estar más tiempo sin gobierno”, bla, bla, bla. Los mismos cuentos de siempre. Saben que volverán a salir 350 diputados y les da igual el hartazgo, la desafección política, o la abstención ciudadana.
Mientras los mismos de siempre viven de este cuento, España sigue su viaje a ninguna parte.
Pero esto no parece que lo hayan entendido, ni creo que tengan intención de entenderlo, los diputados elegidos para unificar las diferentes posturas; es decir, los encargados de adoptar decisiones comunes, como síntesis de las opiniones diversas. Y eso, en “román paladino”, demuestra a las claras su total “inutilidad”.
Ante unas nuevas elecciones, seguirán las mismas caras, los mismos candidatos, los mismos viejos discursos de: “hemos entendido el mensaje” “nuestro objetivo es la defensa del interés general” “España no puede estar más tiempo sin gobierno”, bla, bla, bla. Los mismos cuentos de siempre. Saben que volverán a salir 350 diputados y les da igual el hartazgo, la desafección política, o la abstención ciudadana.
Mientras los mismos de siempre viven de este cuento, España sigue su viaje a ninguna parte.
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